Un artículo académico sobre Agustín García Calvo se encuentra, en la actual tesitura, al menos, con dos dificultades. Una es hallarse huérfano de apoyos, al ser un autor que a pesar del alcance en cantidad y calidad de su obra, incomprensiblemente esta no ha sido estudiada. La segunda, convertirse en una labor hercúlea, al tratarse de una obra tan inmensa, dificultosa e interrelacionada en sus infinitos aspectos —filosofía, poesía, teatro, música, política, traducción, artículo periodístico, etcétera. Así que, con toda la humildad y dudas que fueran menester, me ocuparé de la que considero que es la mejor forma de introducirse en su pensamiento: la Asamblea libre de la Puerta del Sol del 15-M.
En principio, aquella veintena de reuniones del 2011 pudieran parecer un asunto menor dentro de una producción tan ingente como la suya. Pero participo del juicio de Emma Rodríguez (2013) quien afirma que “el último gesto de Agustín García Calvo, el colofón a una trayectoria de libre-pensamiento, fue tomar parte activa en el 15-M”. La razón es que su obra es más práctica que teórica. Lo que explicaría que su influencia (que ha sido mucha) se haya dado más a través de sus innumerables conferencias y tertulias que de sus libros. Su enseñanza ha sido sobre todo oral, reflejo de un pensamiento que defiende el lenguaje oral frente al escrito. Es más, diría que se trata de un pensamiento en el que no hay nada que decir, porque no se trata de decir, sino de hacer. Un hacer que es negar; negar las ideas establecidas, perder la fe. Con lo cual se desploma, nada menos, que la realidad entera, que está montada sobre la fe.
Como el mismo García Calvo (1980, p. 131, 2011a) nos ha dicho, esto lo aprendió en las asambleas estudiantiles madrileñas de 1965, una de los primeras revueltas que recorrieron el mundo en la década de los sesenta. Lo que las asambleas tienen de particular, afirmaba García Calvo, es que uno se puede perder en ellas, que es de lo que se trata si el propósito es perder la fe. Así que lo que hizo toda su vida fue reproducir en la medida de lo posible aquellas asambleas en forma de charlas y tertulias. De entre las que cabe resaltar la Tertulia política del Ateneo de Madrid, que funciona desde 1997.
Era, por tanto, natural que Agustín García Calvo formara una asamblea en el 15-M —otro de los primeros pronunciamientos populares de los que recorrieron el mundo en el 2011. El 15-M tiene mucho que ver con Mayo de 1968 y los demás levantamientos de la década de los sesenta (de hecho García Calvo los identificó), y, si a raíz de las protestas de entonces conformó su pensamiento, ahora con las del 2011 podía rematar la labor a la que dedicó toda su vida. Además, si la Tertulia política del Ateneo pudiera decirse que estaba envejeciendo, la Asamblea libre, en cambio, podía contar con la savia nueva que aportaban los transeúntes que pasaban por la Puerta del Sol y se sumaban a ella. Lo que le obligaba también a bajar el nivel de las conversaciones, que en el Ateneo era muy alto y a veces muy técnico.
Era un verdadero lujo para el 15-M poder contar con alguien a caballo entre las protestas de los dos siglos. Podía haber aprendido de los errores que en los años sesenta se cometieron (de hecho esto fue lo que hizo García Calvo en buena parte en el 15-M, avisar de los errores). Pero, lamentablemente, su influencia fue prácticamente nula. En una entrevista a Basilio Martín Patino, director de la película “Libre te quiero del año 2012” sobre el movimiento de los indignados, Emma Rodríguez afirma que allí no aparece García Calvo pero “está patente en el título ‘Libre te quiero’ [sic], unos versos que en la voz de Amancio Prada sirven de banda sonora” (2013). Pues bien, poco más he podido encontrar sobre García Calvo y el 15-M en la bibliografía y videografía sobre el movimiento, que por cierto es muy abundante.
De cualquier forma, pienso que un estudio de este tipo puede ser útil para comprender la Spanish Revolution, un movimiento de renombre internacional y que tanto ha cambiado la política española. Puede ser útil para entender sus contradicciones internas, el choque entre ellas y su resultado y concreción posterior en un partido político como Podemos. Para ello me valdré de estudios sobre el 15-M, como los de Manuel Castells y Carlos Taibo, que servirán para contrastar la posición de García Calvo con el movimiento en general, así como de algunas de las vivencias expuestas por sus protagonistas.
Trataré en primer lugar del compromiso de García Calvo con el 15-M, que, como digo, contemplaba en la línea de las revueltas en la década de los sesenta. Seguidamente, de sus advertencias sobre el cariz que pronto empezó a tomar, de esa mala vía que ha terminado siendo mayoritaria. A continuación, de su propuesta alternativa. Y, finalmente, de una cuestión digna de resaltar: el hecho de que, a pesar de haberse implicado con decisión en el movimiento de los indignados, con la misma decisión repudiara Internet. Actitud llamativa, si las nuevas tecnologías se contemplan no solo como fuente originaria del 15-M y de los movimientos sociales más recientes, sino incluso como conformadoras de las nuevas tendencias de pensamiento y organización que estos aportan.
La asamblea libre de la Puerta del Sol
Entre el 19 de mayo y el 29 de septiembre de 2011, Agustín García Calvo, a sus 84 años, duplicó, podría decirse, la Tertulia política del Ateneo de Madrid de los miércoles con una hermana suya en la Puerta del Sol los jueves. El 25 de mayo dirá en el Ateneo que “coincide que algunas de las cosas que nos traíamos entre manos tienen que ver con este descontento público entre gente menos formada, que se ha levantado entre nosotros, en la Puerta del Sol” (García Calvo, 2011s, párr. 1). Serán 20 las intervenciones de 20:30 a 22 horas: “Esta cosa realmente graciosa de juntarnos un corrillo de amigos y transeúntes” (García Calvo, 2011q, párr. 34), en la zona de la plaza donde está el monumento de El oso y el madroño, que es donde solían y suelen celebrarse las asambleas del 15-M madrileño. Ni hay qué decir que los “amigos” habituales de la tertulia del Ateneo, principalmente Isabel Escudero, participaron con frecuencia en la Asamblea libre.
Salvo en la primera intervención del 19 de mayo, que consistió en una corta alocución, el resto de las ocasiones se reprodujo la estructura de las tertulias del Ateneo de Madrid: una charla (sermón) de Agustín García Calvo de unos veinte minutos, seguida de intervenciones del público a las que solía responder. La mayor parte de las veces con micrófono, aunque algunos días con megáfono. Los cuatro primeros hubo muchísima gente debido a que se realizaron justo antes de la asamblea general diaria de la acampada de la Puerta del Sol. El segundo y el cuarto día incluso dispuso de intérprete de lenguaje de signos para sordos. A partir de entonces, sin embargo, con motivo de haberse levantado el campamento el 12 de junio, la asistencia será mucho menor, y tendrá, como solía decir el propio García Calvo, que fabricar la asamblea, sacándola de las piedras con gran trabajo. La asistencia rondaría entre cincuenta y cien personas (en el Ateneo normalmente eran cien), repartiéndose las intervenciones de manera más o menos equitativa entre los amigos y los transeúntes. El día que más gente nueva toma la palabra es el 14 de julio: una docena.
En realidad, fueron 17 asambleas, puesto que el 19 de mayo solo realizó una breve alocución, y el 4 y 18 de agosto la policía cerró la Puerta del Sol. Como recurso para “fabricarlas”, recurrirá en varias ocasiones como introducción a su comedia musical Bobomundo (García Calvo, 2000), cantando partes de ella que tuvieran que ver con la temática a tratar. Mientras que para cerrar, habitualmente se cantaba el himno de Madrid (la letra es de García Calvo), “sobre todo porque, aunque es oficial, no lo cantan los de arriba, y eso nos hace gracia” (García Calvo, 2011g, párr. 33), como justificaba Príncipe Galín, habitual del Ateneo y de la asamblea. Él y otros discípulos la dirigieron a partir de octubre, cuando García Calvo ya no pudo asistir.
Compromiso con el 15-M
A García Calvo le ocurrió con el 15-M lo mismo que al 15-M consigo, que cambió espontánea y rápidamente. Como es sabido, nació de una manifestación convocada principalmente por ¡Democracia Real Ya!, organización reformista cuya denominación y eslóganes provocó la desconfianza de la tertulia del 18 de mayo:
En una revolución, en una revuelta cualquiera, se encuentra uno con el dilema de decir “si no hago más que decir NO así por las buenas, esto no va a dar nada de sí, y esto tiene que dar algo de sí”. Bueno, ahí tenéis el ejemplo, ya que viene a cuento, entre estos muchachos y gente en la Puerta del Sol y por esos sitios: por timidez, y por realismo, tienen que mantener y adoptar términos tan horrendos como el de Democracia, “una buena”. Esto es realismo, esto es timidez: no se puede decir “¡no, no queremos ningún Orden, no nos hace falta! ¡NO al Orden, NO al Poder!”. (García Calvo, 2011r, párr. 6)
Sin embargo, un día después, Agustín García Calvo de forma inesperada improvisó un impresionante discurso a la multitud concentrada en el kilómetro cero de Madrid, una pieza política y retórica memorable: “Sois la alegría, es la alegría de lo inesperado” (2011a, párr. 1). Comprometiéndose a la semana siguiente a colaborar firmemente con el 15-M: “Si el Señor no se enfada entretanto mucho y me manda su rayo justiciero, aquí estaré al pie del oso y el madroño el jueves que viene y los jueves sucesivos” (García Calvo, 2011b, párr. 13). García Calvo se comprometió sin darse cuenta. Lo mismo que, sin querer, es decir, de manera espontánea, la noche del 15 de mayo de 2011, después de la manifestación, afloró la acampada, escapándose el 15-M de las manos a las organizaciones convocantes. Brotaba algo imprevisto que no se sabía a dónde podía llevar (Antentas y Vivas, 2012, p. 132), pero que por lo pronto se concretó en una forma de convivencia alternativa: Ciudad Sol. En una de las tertulias del Ateneo, García Calvo sostuvo que, aunque una huelga general no sirve para nada (es como rezar a lo alto), con motivo de que se junten miles, puede surgir algo inesperado, como ocurrió en 1965 en Madrid, que con motivo de las actividades clandestinas de los partidos, germinó el pronunciamiento estudiantil (2010b, párr. 1). Estas palabras, dichas casi un año antes del 15-M, resultaron premonitorias.
El movimiento 15-M pasó del reformismo al rupturismo, para volver otra vez al reformismo; pero siempre fue y es heterogéneo. Según Carlos Taibo, sobre una indignación acumulada durante años que servía de cimiento común, acabó por mostrar dos almas: la antisistema, libertaria, partidaria de la democracia de base y la autogestión, y la reformista (2011a, p. 34). O como las denomina en El 15-M en sesenta preguntas: anticapitalista y ciudadanista (2011b, pp. 62 y ss.). Correspondiendo la segunda a una clase media temerosa de desclasamiento o tercermundización, que lucharía por la recuperación del Estado de bienestar venido a menos por la pujanza del neoliberalismo, y clamaría por una democracia real frente a la actual, meramente formal.
El propio García Calvo lo veía así:
El espíritu de los de la acampada o las grandes asambleas es un espíritu heterogéneo, diverso, y hay unos que están completamente equivocaos y otros que están menos equivocaos, con eso hay que contar, ¿no? Algunos que están equivocaos en el sentido de ir hoy en manifestación hacia el Congreso a pedir no sé qué tontería, pero sin darse cuenta de que al Congreso no se le puede pedir nada bueno (es una cosa elemental) ni al Ministerio ni al rector ni a nadie. (2011t, párr. 116)
A su juicio, este rupturismo antisistema de los primeros días constituía el verdadero espíritu de 15-M. Incluso lo sospecharía por lo bajo el ala reformista cuando con el tiempo acabó por convertirse en mayoritaria (García Calvo, 2011a, 2011g, 2011j, 2011l). A partir de entonces su interés fundamental fue mantener vivo el espíritu inicial del 15-M, cosa en la que en todas las asambleas insistía.
La misma división, por cierto, pudo seguir viéndose en la asamblea de la Puerta del Sol del 15 de mayo de 2015, con motivo de la celebración del cuarto aniversario del 15-M, entre los partidarios de Podemos y los que gritaban: “¡No nos representan!”.
La alegría de lo inesperado
Todos los estudiosos del 15-M han destacado su carácter de inesperado. “Ocurrió cuando nadie lo esperaba”, así comienza el libro de Manuel Castells sobre la Spanish Revolution (2012, p. 19). Tan inesperada como lo fueron otros movimientos sociales que suelen considerarse precedentes suyos: el de la insumisión en la década de los ochenta, el Movimiento 0,7% para la cooperación con el Tercer Mundo en los noventa, o los múltiples movimientos posteriores ligados a las tecnologías de la información y telecomunicación, a los que me referiré más adelante.
El término negativo inesperado es muy importante en el pensamiento de García Calvo. Más arriba me referí a que consiste esencialmente en liberarse de las ideas establecidas, que si son lo consuetudinario, justo desprenderse de ellas devendría en lo inesperado. De ahí sus primeras palabras en Sol el 19 de mayo:
Sois la alegría, es la alegría de lo inesperado, de lo no previsto, ni por parte de las autoridades y gobiernos, ni por parte de los partidos de cualquier color, verdaderamente imprevisto: vosotros mismos o casi todos, hace unos pocos meses o semanas, tampoco lo preveíais que pudiera surgir. (García Calvo, 2011a, párr. 1)
Pero a continuación añadió: “Sin embargo voy a decir algo que parece contradictorio, que es que yo estaba esperando esto desde hace cuarenta y tantos años, cuarentayséis”. Lo que nos remite a 1965, a la rebelión de los estudiantes en Madrid, en la que tan a fondo se implicó, y que llegó a costarle la cátedra y el exilio. Y es que, al mismo tiempo que suele resaltarse el carácter sorpresivo del estallido del 2011, también se insiste en que se veía venir: “Lo más sorprendente de las revoluciones es que ocurran; pero no tiene nada de extraño que hayan ocurrido” (Alba Rico, 2011, p. 5).
La alegría se halla unida al sentimiento de lo inesperado. “Cerrado por revolución. Disfruten las molestias” —se podía leer en un cartel de Sol. Y cuando un participante en la Asamblea libre exclamó que el 15-M era “lo más bonito que ha ocurrido en los últimos no sé si setenta u ochenta años en este país”, García Calvo contestó que “cuando los saludé el 19 de mayo, les dije que no solo me habían traído esta alegría, sino que me habían resucitado la que en el año 65 [sic] me hicieron otros” (2011i, párr. 108). Manuel Castells también se ha referido a esa alegría que le hizo revivir la de Mayo de 1968:
Volví a sentir la misma alegría que había sentido entonces: de repente todo parecía posible; el mundo no estaba irremediablemente condenado al cinismo político y la imposición burocrática de formas de vida sin sentido. Por todas partes, de Islandia a Túnez, de WikiLeaks a Anonymous y, poco después, de Atenas a Madrid y Nueva York, eran evidentes los síntomas de una nueva era revolucionaria, una época de revoluciones encaminadas a explorar el sentido de la vida más que a tomar el poder en el estado. (2012, p. 14)
Es la alegría que rezuma todo levantamiento contra el poder, afirma García Calvo, “a pesar de los siglos y el peso de la conformidad” (2011g, párr. 28). Más aún, agrega que la alegría de levantarse no contra este o ese poder, sino contra el poder en general. Y, aún más, la alegría de lo inesperado del levantamiento. Porque solo lo inesperado, lo no programado, libre de las garras del futuro, produce alegría (García Calvo, 2011f, párr. 7-12).
El concepto de futuro es fundamental en este contexto. “En cuanto se habla de futuro se aburre uno” (García Calvo, 2011b, párr. 11), se oirá en las asambleas. Estamos educados, sostiene García Calvo, en la moral maldita de tener que trabajar, de sufrir como medio de alcanzar un fin futuro (2011c, párr. 5). Desde esta perspectiva no vale pasárselo bien, ser feliz. Las mismas distracciones que nos venden como divertimento no son más que un trabajoso “aburrirse sin darse cuenta” (García Calvo, 2011ñ, párr. 54) con que llenar el vacío de una vida a la que el futuro ha desalojado de sus infinitas posibilidades. Por eso, “la gracia de esta rebelión consiste en que no tiene futuro, el futuro es de ellos” (García Calvo, 2011i, párr. 11). Lo que recuerda el texto del 15 de mayo de justificación de la acampada “lo queremos todo, lo queremos ahora” (ver Pastor, 2011p, p. 110).
Sin embargo, con el paso del tiempo Agustín García Calvo fue percibiendo cómo esa alegría primigenia se iba transmutando en hastío. Por ejemplo, en las asambleas generales, cuando se hacían cargo del futuro del 15-M, le podían resultar tan soporíferas como un debate parlamentario (García Calvo, 2011e, párr. 8). La irrupción de los medios en el movimiento tuvo mucho que ver. El 15-M se mostró con razón muy reticente con unos medios que, al principio lo ignoraron, y más tarde interpretaron en función de su alineamiento político. Para García Calvo, los medios cumplen una doble función: forman a las masas (medios de formación de masas), y las entretienen, esto es, las aburren sin darse cuenta —“solo eso debía serviros de criterio: cualquier cosa que salga por los medios y por la televisión en especial es mentira y no puede dar ninguna alegría ni ningún gozo” (2011f, párr. 8).
Relación del 15-M con el pronunciamiento estudiantil de los años sesenta: contra el Estado de bienestar
Desde el primer momento, García Calvo relacionó el 15-M con el pronunciamiento estudiantil de los años sesenta:
Por los años sesenta, como habéis oído los más jóvenes, empezó a levantarse por el mundo una oleada principalmente de estudiantes en las universidades, cámpuses [sic] y sitios así de Tokio, California […] el sesenta y cinco, en febrero, esa oleada llegó a Madrid; yo me dejé arrastrar por ella con mucha alegría, me costara lo que me costara; como sabéis la ola después siguió en Alemania con Rudi Dutschke el Rojo y después finalmente en Francia, con el famoso mayo francés, donde fue más o menos terminando la ola. (2011a, párr. 2)
Es curioso que justo en la Puerta del Sol, donde entonces estaba la Dirección General de Seguridad, y en cuyos calabozos pasó muchos días a lo largo de sus ocho detenciones entre 1965 y 1969, ahora se pudiera estar desarrollando la Asamblea libre. “Que era como se llamaban también hace 46 años, cuando yo me encontré envuelto en el primer levantamiento contra el régimen actual” (García Calvo, 2011s, párr. 26).
Os voy a decir cómo entiendo yo que aquello del año 65 se relaciona con esto […]: en aquellos años en el mundo avanzado o “primero” se estaba estableciendo un régimen, un régimen del poder, que es justamente éste mismo que ahora estáis padeciendo conmigo […] De manera que es bastante lógico que me encuentre entre vosotros en este momento de, más que madurez, envejecimiento del régimen, como me encontraba en sus comienzos. (García Calvo, 2011a, párr. 2-3)
Este régimen, que recibe el nombre de Estado de bienestar, se caracteriza por la identificación de Estado y capital: “Se puede decir que es el Régimen del Dinero, simplificando” (García Calvo, 2011a, párr. 2). El dinero, la verdadera religión, de la cual, para García Calvo, las demás son meras comparsas. Pues, como escribe Hessel: “Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos, ni tan alentada la competitividad y la carrera por el dinero” (2011, p. 25). En 1965 en España ya había desembarcado el Estado de bienestar como en cualquier otro lugar de Occidente, y los estudiantes “se daban cuenta de lo que nos venía encima” (García Calvo, 2011a, párr. 3).
En la internacionalización del 15-M, en que su espíritu se extendiera como una mancha de aceite por todo el mundo, García Calvo tenía la prueba de que la protesta iba más allá de la mera situación coyuntural española (el problema del paro, por ejemplo): “Para esas cositas no se levantó esta protesta, ni se ha extendido por Europa y América” (2011c, párr. 4), sino que “es testimonio de que se trata de otra cosa, se trata de una rebelión, de una negación del poder en bloque” (2011f, párr. 12). Sin embargo, es evidente que puede verse de manera distinta. El ala reformista del 15-M podría interpretar tal internacionalización en el sentido de que la decadencia del Estado de bienestar y la escalada del neoliberalismo rebasaba la situación española. Incluso la Primavera Árabe, que aparentemente poco tendría que ver con el movimiento español, autores, como Castells (2012, p. 38) o Taibo (2012, pp. 135-36), no dudan en afirmar que ambos acontecimientos se mueven en la misma onda. En efecto, poca diferencia hay entre luchar contra dictaduras que contra pseudodemocracias.
El 15-M reformista podría interpretarse, por tanto, por lo menos en parte, no como una reacción contra el Estado de bienestar, sino precisamente como lo contrario, como una añoranza de él. Sin embargo, por lo que respecta a su cara más antisistema, habría que convenir con García Calvo en su parentesco con Mayo de 1968. Aunque también caben señalarse algunas diferencias claras, como la mediación de internet en el caso del 15-M, o su mayor heterogeneidad ideológica frente al carácter marxista del Mayo francés y de edad, así como su mayor civismo, lo que le procuró la simpatía de la mayor parte del país.
Dos serán las causas que, a juicio de García Calvo, hicieron saltar a los jóvenes en todo el mundo en los sesenta y ahora en el 2011: “El descontento de lo que te imponen y de lo que te cuentan y un resto que te queda de sentido común” (2011j, párr. 92). Castells (2012) añade la ira al descontento como condición necesaria del estallido de los movimientos sociales (pp. 209, 210). Desde luego, ira está cerca de indignación, sentimiento que la prensa aireó como signo distintivo del movimiento (de los indignados), empeñada en relacionar la revolución española con el libro de Stéphane Hessel ¡Indignaos! del mismo año. El 15-M no rechazó tal término, aunque la denominación que más resonancia ha tenido en España no ha sido esa sino la que le ha dado finalmente nombre al movimiento: 15-M. Y, por lo que respecta a García Calvo, indignación lo estimaba demasiado culto, lo mismo que “cabreo” le parecía más bien vulgar (2011y). Utilizó pronunciamiento, protesta, levantamiento, rebelión y 15-M (dos veces en la asamblea en Sol el 25 de agosto de 2011 [ver García Calvo, 2011m, párr. 3]). De cualquier forma, García Calvo (2011y) prefería, aunque a ello se refirió solo en la tertulia y creo que nunca en la Asamblea libre, no colgarle ninguna etiqueta terminológica, ya que lo que tiene lo bueno es que no se sabe lo que es.
El mantenimiento del espíritu originario del 15-M
En todas sus intervenciones, García Calvo avisó de los errores cometidos en las revueltas de los sesenta. Jaime Pozas, entonces líder estudiantil, tenía muy clara la razón de la presencia de García Calvo en el 15-M, y así la expuso cuando en la asamblea del 11 de agosto salió la cuestión de por qué estaban allí: porque una vez le “robaron la cartera” y quería prevenir de esta amenaza. Efectivamente, se le dio la razón.
El verdadero peligro estaba en el interior del movimiento, más que en otros exteriores, como la policía o en que pudiera ser manejado por un partido político. Su mayor riesgo era el descarrilamiento de la mayoría por la mala vía. Así, desde el principio se le ve muy preocupado por la continuidad: “Esto tiene que durar, tiene que seguir durando […] A lo que vengo aquí esta tarde es justamente a contribuir en lo que pueda a eso, a que esto pueda seguir durando” (García Calvo, 2011b, párr. 1-5). Aunque pronto, la tercera sesión, ya empieza a surgir la queja de que los organizadores, los más implicados en el movimiento, no le hacen caso y no acuden a su asamblea. Lamento que terminará siendo bastante frecuente. El 17 de agosto confesará en el Ateneo: “Yo estoy sufriendo mucho por la perdición por ese camino de estos revoltosos de ahora” (García Calvo, 2011v).
Se trataba para García Calvo, por tanto, de mantener el espíritu originario del 15-M, esto es, de contener su casi inevitable (2011k, párr. 5) deriva reformista: la triste historia (2011i, párr. 8). El 30 de junio, una vez terminada la Asamblea libre, a la que asistió poca gente, marcha a otra en que se está celebrando una parodia del debate parlamentario del estado de la nación. Allí advertirá claramente de que el 15-M va por mal camino:
Frente a esta mala vía, de una manera muy modesta, estamos haciendo aquí cada jueves, a las ocho y media, al pie del oso y el madroño […] asambleas improvisadas, sin orden ni concierto, sin comisiones, sin autoridades de ningún tipo, sin control ninguno del tiempo, y ahí nos estamos ocupando de cosas como esta que hoy nos tocaba, por ejemplo, que era cómo afrontar el miedo personal que necesariamente nos tienen imbuidos desde niños, de qué es lo que pasaría si el Régimen se hundiera, si no hubiera un gobierno, si no hubiera un padre; pues a atacar ese miedo entre otras cosas es a lo que nos dedicamos, es decir, mantener de verdad la continuidad que el soplo este de rebelión, de verdad contra el régimen sin más, mantenerlo y, por supuesto […] cualesquiera que se sientan animados a eso, estáis invitados y si seguimos vivos, si el poder no se opone demasiado, allí nos veremos el próximo jueves. (García Calvo, 2011g, párr. 45)
La mala vía
La mala vía, contra la que desde el primer momento se dirigieron las advertencias de García Calvo, y que, sin embargo, terminó adoptando la mayoría del 15-M, fue la vía reformista, la de tratar de mejorar el régimen desde dentro. Hay que tener en cuenta que el cambio, la mejora, el progreso, es una necesidad del capital y del Estado, cuya manera de mantenerse es asimilando las revoluciones: “Cambiar para seguir igual: éste es el gran truco” (García Calvo, 2011a, párr. 4). Las advertencias (“ocurrencias negativas sobre todo”) ya expuestas el primer día, concretadas el segundo, y desarrolladas a lo largo de las asambleas, podrían sintetizarse de la siguiente forma:
1) No confundir el enemigo. El enemigo no son los políticos: “En lo alto no hay más que cuatro monigotes intercambiables y da lo mismo quiénes sean” (García Calvo, 2011f, párr. 9). Como en la copla de Isabel Escudero durante la asamblea del 9 de junio:
Ni derechas ni izquierdas;
entre arriba y abajo
está la pelea. (García Calvo, 2011d, párr. 29)
Pero este arriba (veremos) hay que entenderlo bien, pues, muy por encima de los políticos, “alcanza hasta los ámbitos del cielo y hasta las intimidades del yo de cada uno” (García Calvo, 2011e, párr. 16).
2) No pedir nada arriba, no reivindicar. Acuciada por los medios, que le exigían un programa positivo, la acampada de la Puerta del Sol trabajó frenéticamente en elaborar propuestas, lo que originó discusiones interminables en las asambleas. El camino ya estaba abierto por los ocho puntos reivindicativos de ¡Democracia Real Ya! (2011a.), o de otras organizaciones convocantes de la manifestación del 15 de mayo, como Juventud Sin Futuro. De arriba, en cambio, decía García Calvo, no podía caer nada bueno.
3) No preocuparse por el éxito. “El éxito y el fracaso son cosa de los comerciantes” (García Calvo, 2011k, párr. 104). Cuando un asambleísta implora que el 15-M se transforme en un partido político, solo halla abucheos (García Calvo, 2011d). “A los que estamos aquí no nos representa nadie, ni Dios, como en una pancarta se decía” (García Calvo, 2011b, párr. 9). “No nos representan”, era uno de los lemas más sonados del 15-M. Pero, como se ve, la dialéctica de sus dos corrientes afloraba en las asambleas. Y es que el “no nos representan” puede entenderse, bien como que no nos representa nadie, bien como que no nos representan los actuales. También con respecto a la organización asomó esta dialéctica. La Asamblea libre rechazaba toda organización jerárquica, comisiones, representantes y votaciones. Pero en defensa de la organización, alguien puso las marchas como ejemplo de su necesidad. Sin organización no podía darse ni una asamblea como la de Agustín García Calvo: “Hay que estar dentro y fuera, dentro y fuera, todo el tiempo” (2011h). A lo que el aludido respondió que el precio que se pagaba no compensaba. Como alternativa proponía la costumbre, “una mínima planificación, que se reduce a costumbre” (García Calvo, 2011h).
4) No adoptar el vocabulario del poder (García Calvo, 2011o). Las jergas filosóficas, científicas, políticas, económicas, solo están hechas para mentir (García Calvo, 2011f). Términos como prima de riesgo, o “democracia participativa y protagónica para el diálogo representativo”, que un día empleó un asambleísta, están al servicio del poder (García Calvo, 2011ñ, párr. 22). De modo que, cuando alguien agradece a García Calvo “que nos dé la posibilidad de que la filosofía salga a la calle”, obtiene como respuesta que “no se puede confiar en ninguna filosofía” (García Calvo, 2011f, párr. 72-73). “El único lenguaje de la protesta es la lengua corriente y moliente” (García Calvo, 2011b, párr. 7). A quien se queja de que no le entiende, le contesta que es imposible: “Está en lenguaje corriente, por tanto claro. No digáis nunca eso de no entiendo. Confesad que es que me cuesta mucho trabajo recibir esto en contra de las ideas que yo tengo establecidas” (García Calvo, 2011k, párr. 96).
5) “El Futuro: éste es el enemigo” (García Calvo, 2011a, párr. 5). “En cuanto tenga futuro se puede decir que lo que se va a hacer ya está hecho, y por tanto que se han quitado las posibilidades de que se pueda hacer de veras algo nuevo, algo que no sea el cambio para la repetición de lo mismo” (García Calvo, 2011m, párr. 12). “Futuro que no es más que una idea, producto de la primera de todas las que se nos han impuesto: la de nuestra propia muerte” (García Calvo, 2011p, párr. 119).
6) El 15-M practicó un pacifismo exquisito. Como dice Castells (2012), “la oposición a la violencia, en todas sus formas e independientemente de su origen, es un principio básico de la nueva cultura por la paz y la democracia que el movimiento quiere difundir” (p. 139). En este autor también podemos encontrar las dos razones que García Calvo adujo en contra de la violencia: primero, porque la violencia es de ellos, del poder (la que el poder ejerce sobre el pueblo, y la que los países desarrollados ejercen sobre los menos desarrollados), y segundo, porque la violencia de la rebelión serviría de justificación al poder (García Calvo, 2011e). Este tema es antiguo en García Calvo, ya en el pronunciamiento estudiantil de 1965 tuvo ocasión de deplorar la violencia (1980, p. 157).
La buena vía
La asamblea
“Lo primero que hizo el grupo de personas que se quedó a dormir en la Puerta del Sol el 15 de mayo de 2011 fue formar una asamblea” (Estalella y Corsín, p. 61). Asamblea que se convirtió en diaria, al igual que ocurrió en los demás campamentos. La asamblea, como dice Taibo (2012) es “una seña de identidad principal e irrenunciable, del 15-M” (p. 25). Desde Sol se extendieron por todos los barrios de Madrid a partir del 24 de mayo, y todavía subsisten algunas.
La asamblea era lo único del 15-M que le importaba a García Calvo. El que se levantara la acampada, aspecto que me parece crucial para marcar la línea divisoria entre el 15-M revolucionario y el reformista, él no le dio ninguna importancia: si se desmantelaba “el campamento por ser demasiado costoso, eso no quiere decir nada respecto a la continuidad de las asambleas y de todo lo demás que va con ellas” (García Calvo, 2011d, párr. 6). El filósofo zamorano no se dio cuenta de que el campamento era mucho más que las asambleas. Ni él ni el 15-M reformista se percataron de que era un fin en sí mismo. En fin, con respecto a las asambleas, desde su primera alocución en Sol, Agustín García Calvo las defendió como único órgano de la rebelión: “No puede haber otro Órgano ni decisivo ni representativo más que las asambleas” (2011a, párr. 6). La razón era que solo en la asamblea puede asomar el pueblo.
Sobre este concepto de pueblo, tan caro al zamorano, cabe resumir su pensamiento en tres puntos. 1) Pueblo es lo común frente a lo individual. Por eso no tiene sentido imaginar por su parte afán de protagonismo en el 15-M: “Esto es lo que os advierto: no hay cosa que más estorbe a lo que aquí se está intentando de dejar que hable lo que nos quede de pueblo que eso de fijarse en la persona, en el nombre y en la voz de cada uno” (García Calvo 2011c, párr. 1). “Aquí estamos tratando de que hable el pueblo, que no es nadie” (García Calvo, 2011i, párr. 34), que es cualquiera. 2) Pueblo, agrega, es lo rebelde frente a la conformidad de la persona (súbdita del Estado y cliente del capital). 3) Pueblo es lo indefinido frente a lo que se puede contar.
Las asambleas como ésta misma tienen esta gran ventaja: que no se sabe cuántos son, están entrando y saliendo, y nunca se pueden contar, y por tanto nunca pueden votar, como hacen los demócratas […] Esto es lo que a una gran asamblea la acerca a ser eso de pueblo. (García Calvo, 2011a, párr. 6)
Al no saberse cuántos son, es más probable que uno no sepa quién es. Milagro al que han hecho alusión algunos protagonistas del 15-M, aunque a decir verdad más en relación con las acampadas que con las asambleas:
Esa primera semana podía ocurrir lo que sea […] todas las preocupaciones de uno, todos los problemas, todas las cuestiones menores de repente desaparecían de tu vida. Estamos cambiando el mundo y podemos cambiarlo por primera vez […] eso es algo único […] no es comparable a nada que haya vivido nunca. (Grueso, 2012)
Aunque nos acercamos con intereses privados y dolores íntimos fuimos capaces de hacerlos comunes y sentirlos comunes. Construimos una intimidad común, nuestro gran espacio. La intimidad en Sol es pública, las fronteras entre lo privado y lo público se difuminan cuando tomamos la plaza o la calle. (Porcel Muñoz et al., 2011, 292)
“Con el 15-M se perdió el miedo”, reza el titular de la entrevista de Emma Rodríguez a Martín Patino (2013). La persona es miedosa, necesita seguridad —afirma García Calvo (2011g). De modo que quien se rebela no puede ser ella, sino el pueblo, lo que queda por debajo de la persona. A esta superación del miedo mediante la unión colectiva también se han referido estudiosos del 15-M como Castells (2012). En este caso se consiguió “mediante la unión forjada en las redes del ciberespacio y en las comunidades del espacio urbano” (p. 38).
La imposibilidad de votar en las asambleas obedece a que no consisten en un número determinado de miembros. Ahora bien, esto no quiere decir que en ellas no se tomen decisiones, ni que sean desordenadas. Ocurre más bien que se toman de manera natural: “Una asamblea se manifiesta pues por abucheos, por aplausos, por risas, por llantos; tiene un lenguaje que cualquiera, si se deja oír, lo entiende bien” (García Calvo, 2011f, párr. 16). “Se organizan pero como se organizan los seres naturales, los bichos y las plantas […] no con los esquemas que nos vienen impuestos desde arriba” (García Calvo, 2011b, párr. 9). Y aquí tenemos una diferencia significativa entre, por un lado la Asamblea libre y las asambleas del siglo pasado, y, por otro las habituales del 15-M, las cuales han sido criticadas por su excesiva burocratización e ineficacia. Entre las “asambleas improvisadas, sin orden ni concierto” de García Calvo (2011g, párr. 45), que veíamos más arriba, y la liturgia asamblearia del 15-M hay realmente alguna diferencia. Como han señalado Estalella y Corsín, la metodología asamblearia de los indignados intentaba mantener la tensión entre la experimentación y la organización (2013, pp. 68, 79).
Por razones de espacio no cabe entrar a fondo en la fuerte relación que ha establecido José Ángel Bergua Amores entre el 15-M, el concepto de pueblo de García Calvo y el de comunidad en autores neocomunitaristas como Jean-Luc Nancy, Roberto Esposito, Giorgo Agamben, Marilyn Friedman e Iris M. Young, y algo menos con el de multitud de Antonio Negri, Michael Hardt o Paolo Virno. Bergua Amores (1999, 2007b, 2009) venía trabajando teóricamente en numerosos artículos en esta línea, hasta que con la irrupción de los indignados encontró donde encarnarla: el 15-M era lo más parecido a esto que haya habido nunca (2013, párr. 8), un grupo indefinido, incontrolable por los poderes político y científico. Por eso, según Bergua Amores, tales poderes no lo han entendido (2013, párr. 4), y por eso también el 15-M estaría más cerca del pueblo de García Calvo y de la comunidad de los comunitaristas impolíticos (inspirados en Bataille), que de la multitud de Negri y Hardt, al ser este un concepto todavía demasiado, moderno y positivo. En estos autores siempre “hay algo que se puede pensar o hacer” contra el Imperio (Bergua Amores, 2007b, 29), y ciertamente entre la deserción de Negri y el éxodo de Virno y el yo no tengo ninguna vía, que veíamos más arriba, de García Calvo hay bastante diferencia.
Dejarse hablar, para decir “no”
A lo ya dicho sobre pueblo, se debe añadir que en el pensamiento del escritor zamorano es equivalente a razón común, o a sus sinónimos: sentido común, dejarse hablar, razonar. No es fácil, entendía, ponerlo en práctica en la vida cotidiana (familia, trabajo, etc.) porque normalmente uno ocupa una posición definida que le limita a decir lo que está mandado. Pero, para García Calvo, es importante señalar que el pueblo habla solo para decir “no”. “Es esa la política a la que aquí estamos, la política del ¡no!” (García Calvo, 2011o). Y la razón es que el pueblo no dice, el pueblo hace. “Hablar es la primera acción” (García Calvo, 2011c, párr. 12). Y lo que hace es negar las ideas establecidas. “Hablar, si se da este medio milagro de que se puede hablar no como persona sino como pueblo, hablar es la única manera que tenemos para matar las ideas que nos han impuesto, la fe” (García Calvo, 2011l, párr. 77). Hay que tener en cuenta que, para García Calvo, nada de lo que se dice sobre la realidad es verdad. No hay verdad en la realidad, solo fe. La realidad no entra por los ojos, sino por las ideas que venden el Estado y el capital, entes que no pueden vivir sin la mentira. Por eso, concluye García Calvo, la forma de dejar de creer en esas cosas es desvelar sus mentiras razonando.
El concepto gramsciano de sentido común, que algunos autores, como Antentas y Vivas (2012, p. 132) e Íñigo Errejón Galván (2012), han relacionado con el 15-M, no tiene nada que ver con el sentido común o razón común, de García Calvo. Es cierto que en ambos autores tal sentido común es contrahegemónico, pero ya en el mismo título del artículo de Errejón —“El 15-M como discurso contrahegemónico”— se advierte que no son lo mismo. En el autor italiano se trata de todo un discurso, frente al mero “no” de García Calvo. Además, en Gramsci, el sentido común es relativista e histórico, algo muy ajeno a la mentalidad del zamorano.
La generalidad del 15-M, por supuesto, no podía ser tan negativa, pero hay una coincidencia esencial en que, si queremos cambiar, no basta con eliminar las barreras externas. Como señala Taibo (2012), “el mayor legado del 15-M consiste en haber provocado cambios alentadores en la cabeza de la gente” (p. 151). Porque no hay que olvidar, como indica Castells (2012), que, aunque el poder se imponga por la violencia si se hace necesario, más importancia y fuerza tiene el lavado de cerebro, y que la lucha, por tanto, está en la mente, en las ideas (p. 23).
Muchos sabíamos que el cambio, nuestra revolución, no pasa por la clásica toma de poder de las teorías del siglo xix (sin excluir esa posibilidad, claro está), sino por una revolución más transversal, más permanente, más interior y a la vez exterior; una revolución integral, interiorizada desde el corazón y la cognición. (Porcel Muñoz et al., 2011, p. 294)
De ahí que el trabajo sea arduo, y que no se pueda realizar de la noche a la mañana. Además, desde la perspectiva de García Calvo, dejar de creer del todo es imposible. Todo y nada son entes ideales, que no existen. Pero por lo menos se puede “ir creyendo menos, ir creyendo un poco menos” (García Calvo, 2011j, párr. 93). “Hay que tener paciencia, continuidad” (García Calvo, 2011f, párr. 13). “Yo, que tengo ochenta y cuatro años, no tengo prisa. ¿Cómo vais a tenerla los que tenéis veinte” (García Calvo, 2011e, párr. 2). “Vamos despacio porque vamos lejos”, podía leerse en una de las pancartas del 15-M.
Lo urente y político de la especulación
A lo que se dice “no”, no es a los políticos concretos ni a sus concretas políticas. Se dice “no” a entes abstractos como Estado, capital, yo, democracia y ciencia. En la Asamblea libre se habló de otros muchos: progreso, educación, familia, etc. Pero me centraré en estos por ser los más básicos. Los realmente peligrosos en el espíritu de aquella asamblea. Por ejemplo, la idea de democracia. Si se pretende sustituir una democracia mala por otra buena, entonces no se ha hecho nada, ya que sigue subsistiendo la fe en ella. Es el error de ¡Democracia Real Ya!, cuyo Manifiesto proclamaba: “La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno), así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha” (2011b). A lo que García Calvo contesta que democracia es un término contradictorio con que se quiere hacer pasar mayoría por todo. El poder siempre es de la mayoría; pero por debajo está la minoría, el pueblo. Y “nunca el pueblo puede tener el poder: el poder está contra el pueblo” (García Calvo, 2011a, párr. 4). La crítica a la democracia ya venía de lejos en García Calvo. El 30 de junio se reparte “una cosa que, mucho antes, cuando yo estaba en Sevilla en el 61 o el 62, saqué, todavía en plena dictadura, que es justamente mi primer ataque a la democracia”. Debía ser algo relativo a los “Apuntes para la conferencia Democracia”, escritos por esa época, aunque publicados bastante después (García Calvo, 1980, pp. 97-129).
Lo verdaderamente efectivo, por tanto, es mostrar la contradicción interna, la mentira de estas ideas. Por eso, estas elucubraciones “que parecen no políticas, son verdaderamente las urgentes y las que pueden ir haciendo algo por la base” (García Calvo, 2011k, párr. 7). En un panfleto de 1968 o 1969, destinado a analizar la situación de la Universidad, García Calvo ya proponía sustituir el anecdotario político de las asambleas de estudiantes por especulaciones de más alto nivel teórico (1980, p. 207), que fue lo que hizo en la Asamblea libre de la Puerta del Sol. Algunos, en cambio, no entendieron este carácter abstracto de las asambleas: “Usted lo que ha hecho es trasladar la clase de la facultad al ágora, y eso tampoco puede ser. No es una clase de filosofía. Y mucha gente quiere cambios reales y está hasta el moño” (García Calvo, 2011e, párr. 49).
La democracia está montada sobre el credo del yo (García Calvo, 2011f, párr. 15), la fe en que cada uno sabe lo que quiere (vota y compra). De ahí que sea la forma más perfecta de poder, en la que este se ha interiorizado (García Calvo, 2011h). Pero con el yo pasa como con cualquier cosa de la realidad, con el propio 15-M, por ejemplo, como veíamos más arriba, que nunca es una. Un individuo es al menos dos: un súbdito del Estado y cliente del capital, y otro rebelde que por fortuna hay por debajo. De ahí esas sospechas por lo bajo que García Calvo atribuía a la parte reformista del 15-M a las que me refería anteriormente. Como para Heráclito, el filósofo dialéctico por excelencia, también para su traductor “guerra de todos es padre” (García Calvo, 1985, p. 134). El 15-M luchaba desde abajo contra arriba, pero él también tenía su contradicción, su arriba y abajo.
El Estado también es, para García Calvo, una idea mentirosa, que se nos impone sobre la alternativa de él o el caos, cuando no podemos saber qué habría sin Estado, ya que no disponemos nada más que de la experiencia del caos que provoca él mismo (García Calvo, 2011o). Hace falta tener fe para decir que el Estado proporciona seguridad (García Calvo, 2011g). La misma ciencia, que “es el órgano de la fe, lo mismo que la teología lo era en el antiguo régimen” (García Calvo, 2011j, párr. 50), está montada sobre la apariencia de que la naturaleza está controlada (no se puede decir mejor que como lo dijo un asambleísta el 21 de julio: “La Física en teoría es una verdad, o sea, es lo que hay, es la realidad, y punto” [García Calvo, 2011j, párr. 49]), queriendo transmitirnos una imagen de estabilidad, cuando la ciencia de vanguardia es un caos.
La buena vía es no tenerla
“Ya tenemos Sol, ahora queremos la luna”, clamaba otro de los eslóganes del 15-M. Pregunta: “¿Cuál es tu vía?”. Respuesta: “Yo no tengo ninguna vía” (García Calvo, 2011k, párr. 38-39). Agustín García Calvo, la persona, no tiene ninguna vía; al contrario, el nombre propio es un estorbo. El sujeto de la revolución es el pueblo. La vía a la luna, que tantas veces se ha intentado, otras tantas fracasado, y, sin embargo, no deja de revivir, no puede planificarse en pos de una meta. “La rebelión tiene que ir inventando, a cada momento, inventando sus vías. Se hace camino al andar” (García Calvo, 2011k, párr. 42). Tanteando sobre la marcha, probando. “Lo que resulte, ello saldrá, ello lo irá diciendo, y ya iremos reconociendo al sentirlo cómo sube hasta nosotros, de dónde viene y qué es lo que vale” (García Calvo, 2011c, párr. 10). Lo mismo que escribe Castells (2012) sobre el 15-M: “Lo que importa es el proceso más que el producto. De hecho, el proceso es el producto” (p. 147). Carlos Taibo (2011b) se ha referido a la “formidable creatividad” e “imaginación artística que el movimiento desplegaba” (p. 38). La acampada de Sol, Ciudad Sol, fue un experimento en este sentido. Acampadasol disponía de zona residencial y de servicios (ágora, cocina, biblioteca, guardería, huerta, etc.).
Me llama la atención que Agustín García Calvo no se fijara más en ella, cuando la tenía tan cerca y tan manifiesta. Lo único que dijo fue que le parecía “una buena ocurrencia la de ponerse a acampar en las plazas de las ciudades o metrópolis del mundo desarrollado” (García Calvo, 2011e, párr. 5). Él pensaba más bien en algo como la Comuna Antinacionalista Zamorana, que había imaginado hacía ya más de cuarenta años en la década de los setenta (García Calvo, 2011m).
Sin embargo, considero, como vengo diciendo, que el levantamiento de la acampada fue el quid del 15-M. Sus críticos le animaban a participar en las instituciones en lugar de protestar. Y eso fue lo que ocurrió con Podemos, un partido político al uso. Pero Ciudad Sol no era meramente una protesta, sino una alternativa a las instituciones y a la posibilidad de seguirles el juego. Ciudad Sol fue la mayor alegría y un lujo para los que pudieron participar en ella, como veíamos en los testimonios de más arriba. Más que por el paso del tiempo, su desgaste se debió, además de por las soflamas que en su contra llovían desde los medios de comunicación (los famosos “perroflautas”), a que la parte del 15-M que la concebía como un mero medio (trampolín para la creación de asociaciones y partidos con el visto bueno de la autoridad), dejó de creer en ella y de poner en ella su empeño.
García Calvo e internet
El movimiento de los indignados no hubiera sido posible sin las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Desde luego, no hubiera sido posible la organización de la manifestación del 15 de mayo, su inicio. Pero es más: los estudiosos de la sociedad en red, como veremos en este punto, están dispuestos a afirmar que la propia estructura del 15-M no fue (y es) sino un reflejo de la estructura digital.
El 15-M es un movimiento social de los llamados híbridos, esto es, mitad físicos, mitad virtuales, donde se combina la ocupación del ciberespacio con la ocupación de un espacio físico: una plaza. Pertenece a los movimientos sociales en red, producto de la que se ha llamado sociedad de la información o conocimiento, o sociedad en red, como prefiere Castells. Un eslabón más de una larga saga: el movimiento antiglobalización desde los años noventa; Nunca máis en el 2002; el 13-M del 2004; V de vivienda en el 2006; Anonymous desde el 2008; la revolución de las cacerolas en Islandia también en el 2008; el movimiento anti-Bolonia del 2009; las protestas de ese mismo año en Irán; la Primavera Árabe del 2010 en Túnez, Egipto, Yemen y Libia, y el movimiento contra la Ley Sinde en el 2011.
Examinando Carlos Taibo las razones del éxito del 15-M, coloca en primer lugar la extraordinaria habilidad con la que se movieron en las redes sociales los organizadores de la manifestación del 15 de mayo. Así, resultaron decisivas “a la hora de movilizar a muchas gentes que trabajaban dispersas o no sentían ningún interés por actividades de carácter reivindicativo” (2011b, p. 21). Pero conviene destacar que, además de todo esto, constituyeron “antídotos poderosos frente a los personalismos” (2011a, p. 21). Y aquí entramos en algo de un orden diferente a la mera facilidad de comunicación. Porque, como escribe Castells (2012):
Las características de los procesos de comunicación entre individuos comprometidos en el movimiento social determinan las características organizativas del propio movimiento social […] Por eso los movimientos sociales en red de la era digital representan una nueva especie de movimiento social. (p. 32)
Uno de estos caracteres sería la horizontalidad, la no necesidad de liderazgo (Castells, 2012, p. 133). Pero al que podrían sumarse otros, como los mencionados por Sampedro y Sánchez Duarte (2011): “Los rasgos de la comunicación digital —cooperación, instantaneidad, realimentación, horizontalidad, descentralización, flexibilidad, dinamismo o interconexión— se han hecho presentes en asambleas y acampadas” (párr. 5).
García Calvo, sin embargo, repudia internet, equiparándolo a la televisión. Los inventos, que hasta comienzos del siglo xx, habían resultado útiles, como el ferrocarril, a partir de entonces solo están al servicio del capital y del progreso del mismo progreso: “Nadie había pedido ni la televisión, ni los teléfonos móviles, ni la Red” (García Calvo, 2011o). La red, además, no deja de ser sino la última versión de la escritura, con la que se inicia la historia, y, con ella, el capital y el Estado (García Calvo, 2011o).
El 8 de septiembre hubo una discusión sobre esta cuestión en la asamblea. Un participante recordó que “en todo el movimiento que hubo en Sol sirvió mucho la Red para conectarnos”. Otro se atrevió a decir que era “el lugar donde más libertad existe”, donde uno puede conectarse con el mundo (incluido el movimiento 15-M), saltándose el control del poder. Lo que contrastó con opiniones más descreídas: “Hablas con una pantalla”, “la perversidad mayor que nos ha podido ocurrir” (García Calvo, 2011o). No faltó quien, más centrado, admitía su lado bueno a pesar de sus efectos colaterales. Pero frente a quien insistía en que internet es solo un medio que hay que saber utilizar de manera inteligente, García Calvo zanjó: con todos los inventos del progreso progresado pasa igual, que se dice que hay que utilizarlos bien, pero, ¿quién sabe utilizar la Red?, “¿quién se cree semejante pamela?” (García Calvo, 2011o). La cuestión central es, por tanto, la que señaló Ana Leal (también de la tertulia del Ateneo), la de la persona (García Calvo, 2011o). La Asamblea libre de la Puerta del Sol solo concebía que asomara el pueblo en una asamblea, y las redes no son asambleas, en las redes se conectan las personas.
El debate entre los ciberoptimistas y los ciberescépticos está abierto. El mismo Taibo ha señalado los riesgos de la Red: comunicación efímera y excesiva, marginación de las personas de mayor edad, riesgo de tecnocratismo (por ejemplo, la sustitución de una asamblea por una consulta informática eliminaría el debate), y, de cualquier forma, el simple hecho de que sea un producto del capitalismo ya lo hace sospechoso (2011b, pp. 22-23). Pero el rechazo de internet y del ciberactivismo aleja a García Calvo de conceptos con los que ha sido relacionado el 15-M, como los de inteligencia colectiva de Pierre Lévy (Haro y Sampedro, 2011, p. 162) y procomún (Moreno-Caballud, 2013, pp. 123-124). Por razones de espacio no puedo entrar a fondo en estas cuestiones. Pero es significativo a este respecto un cruce de palabras que se produjo en la asamblea, cuando un participante expuso la nueva forma de pensar del 15-M en consonancia con la estructura de internet:
El nuevo pensamiento es un pensamiento lateral, a veces hay que hacer un gambito de caballos […] no ir siempre en una sola dirección, sino que hay momentos en que hay que pararse y pensar para el costado, es simplemente eso, pensar otra cosa, esa digresión que me pueden hacer y ver que en lo negativo también puede haber algo positivo. (García Calvo, 2011ñ, párr. 58-60)
La respuesta de García Calvo fue: “No tienes que dar instrucciones a los jóvenes. Cuanto menos sepan, cuantas menos ideas y menos futuro tengan, mejor” (García Calvo, 2011ñ, párr. 63).
Conclusión
García Calvo representa solo a una parte del 15-M, la más radical, la que acabó siendo minoritaria. La otra, la representada por Podemos (cuyos líderes han confesado muchas veces que tal partido, aunque saliera del 15-M no representa a todo el 15-M), continúa en la actualidad su exitosa carrera. Sin embargo, este era uno de los errores previsibles (recordemos lo que pensaba del éxito) de los que García Calvo, desde su experiencia en las revoluciones del siglo pasado, avisó. Aunque, como ya hemos visto, con escaso impacto. Por otra parte, no entendió el valor de la acampada, no entendió las posibilidades de las tecnologías informáticas, y estas cosas le separaban de los más jóvenes. De todas formas, él lo intentó porque nunca se sabe, porque el no a la fe se llama confianza (García Calvo, 2011l, párr. 91). Estaba muy mayor (murió al año siguiente), lo que le añade mérito. Algunos al menos se los agradecieron: “Creo que eres un catalizador que nos une a todos y nos hace ver que más allá de las creencias, de las palabras, más allá de la realidad, hay algo, hay vida” (García Calvo, 2011l, párr. 71). Y, efectivamente, ¿puede haber algo mejor que encontrarse en septiembre, en la Puerta del Sol, un corro de cincuenta personas dándole vueltas a cosas tales como la familia, a sus pros y sus contras?
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