Gramsci y la noción de catarsis histórica. Su actualidad para América Latina.
Gramsci and the Notion of Historical Catharsis. Validity for Latin America.
Lucio Oliver
Universidad Nacional Autónoma de México, México
Resumen El artículo argumenta la trascendencia de la noción de catarsis de Antonio Gramsci para la lucha política de los subalternos. Se trata de una reflexión sobre las características y condiciones que generan una elevación ético política de la lucha local y económica corporativa de los sectores populares así como de la unión de corrientes políticas de izquierda en torno de un proyecto común construido en la lucha social, proyecto de carácter universal vinculado con la propuesta de alternativa hegemónica, de constitución de una autonomía integral de estos en la perspectiva de una disputa nacional e internacional por la dirección político ideológica y la hegemonía. Esta noción resulta particularmente necesaria en América Latina y en México debido a las condiciones de crisis políticas orgánica y coyuntural y a la necesidad de una unidad popular ante la entronización del neoliberalismo como forma de dominio transnacionalizado que busca mantener la subordinación de los países a las grandes potencias y los grandes capitales, aun a costa de la descomposición del Estado y del recurso a la violencia.
palabras clave Catarsis; Hegemonía alternativa; Estado fallido; América Latina.
Abstract The article exposes an appreciation of the importance of the notion of catharsis of Antonio Gramsci for the political struggle of the subalterns. It is a reflection on the characteristics and conditions that generate an ethical political elevation of the local economic and corporate struggle of the popular sectors as well as the union of political currents of the left around a common project built in the social struggle, project of a universal nature linked to the proposal of a hegemonic alternative, of the constitution of an integral autonomy of these in the perspective of a national and international dispute over ideological political leadership and hegemony. This notion is particularly necessary in Latin America and in Mexico due to the conditions of organic and current political crises and the need for a popular unity before the enthronement of neoliberalism as a form of transnationalized domination that seeks to maintain the subordination of countries to the great powers and large capitals even at the expense of the decomposition of the State and the resort to violence.
Key words Catharsis; Hegemonic Alternative; State Failure; Latin America.
Recibidoreceived 01-09-2017
Publicadopublished 13-12-2017
Nota del autor
Lucio Oliver , Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México.
Correo electrónico:
Las Torres de Lucca, Nro. 11, Julio-Diciembre 2017, pp. 25-42 . ISSN-e .
En sus notas de los Cuadernos de la Cárcel, en particular en el cuaderno 10, Antonio Gramsci reelabora la noción de catarsis: la transforma, enriquece y redefine hacia la política. Con ello supera lo que era su significado tradicional, relacionado con el arte teatral. El concepto se aplicaba a un momento característico en el transcurso de las tragedias, aquel en que los expectadores eran llevados a experimentar una transformación emocional aguda, purificadora, positiva y creadora; situación que les llevaba a enfrentar y repensar, de una nueva manera, sus concepciones e intereses mundanos, sus prejuicios y su sentido común, en el interior de las relaciones sociales y estéticas que hacen parte del drama y con las que los asistentes normalmente se identifican.
Gramsci considera que la noción —la figura conceptual— de catarsis es útil también para aludir, en la vida social, al momento y al proceso de transformación profunda de las concepciones y del sentido común de los grupos sociales subalternos y las comunidades populares de las sociedades modernas, elevando el nivel de su lucha social al de una lucha histórica que él llama de Gran Política. Así Gramsci, en polémica con Croce, construye la noción de catarsis histórica.
Definición del concepto de historia ético-política. Se observa que la historia ético-política es una hipóstasis arbitraria y mecánica del momento de la hegemonía, de la dirección política, del consenso, en la vida y en el desarrollo de la actividad del Estado y de la sociedad civil. Este planteamiento que Croce ha hecho del problema historiográfico reproduce su planteamiento del problema estético; el momento ético-político es en la historia lo que el momento de la “forma” es en el arte; es el “lirismo de la historia”, la “catarsis” de la historia. Pero las cosas no son tan simples en la historia como en el arte. (Gramsci, 1986a, p. 125).
La catarsis se produce cuando la lucha social de los subalternos se eleva del plano económico al ético político, del plano del sentir al saber: “paso del saber al comprender, al sentir, y viceversa, del sentir al comprender, al saber” (Gramsci, 1986b, p. 164). Se trata del momento en que los elementos del pueblo cuestionan su normalidad oprimida, explotada, subordinada, generando elementos propios de un nuevo horizonte intelectual, ético y político.
Los grupos populares normalmente se encuentran en una condición subalterna en lo social (que abarca su situación de clase, género, etnia, territorial) y, superando el nivel de sus necesidades e intereses inmediatos, en un determinado momento catártico logran elevar el horizonte económico corporativo y disputan las concepciones ético políticas del Estado, con una propuesta alternativa.
La catarsis se produce en momentos y en coyunturas en los que se procesa una transformación cualitativa de la perspectiva de la lucha social, cuando los grupos subalternos sufren una crisis intelectual, moral, de valores, de percepciones del mundo y en dicha crisis y por medio de la lucha teórico práctica en la situación concreta se despliega el debate con otros movimientos sociales y políticos y la clarificación intelectual y moral; se alteran radicalmente las concepciones y comportamientos políticos y se asume la potencialidad de otro orden social contrapuesto al hegemónico. Son momentos de revisión y elevación de los ejes de su lucha política, económica, social y local en que progresivamente y por medio de la lucha los grupos populares críticos se afirman como entidades capaces de avanzar hacia una autonomía ideológica y política integral. La crisis y la lucha los conduce a elevar y transformar su praxis, situarla en un plano superior al local y cotidiano dentro del orden dominante y hegemónico para proyectarla en una proposición universal en que disputan el interés general. Aparecen ante sus ojos, con nitidez nueva, las contradicciones profundas del movimiento orgánico de la sociedad y se realiza la crítica del orden vivido que reproduce los problemas estructurales, las oposiciones y los conflictos políticos y culturales; las luchas y demandas locales se amplían hasta convertirse en propuestas ético políticas nacionales y universales alternativas al orden establecido; la crítica económica se lleva al plano de la gran política, a la vez que las inconformidades y reivindicaciones se elevan a propuestas ideológico espirituales de gran alcance.
Se puede emplear el término de catarsis para indicar el paso del momento meramente económico (o egoísta-pasional) al momento ético-político, o sea la elaboración superior de la estructura en superestructura en la conciencia de los hombres. Esto significa también el paso de lo “objetivo a lo subjetivo” y de la “necesidad a la libertad”. La estructura, de fuerza exterior que aplasta al hombre, lo asimila a sí, lo hace pasivo, se transforma en medio de libertad, en instrumento para crear una nueva forma ético-política, en origen de nuevas iniciativas. La fijación del momento “catártico” se convierte así, me parece, en el punto de partida para toda la filosofía de la praxis; el proceso catártico coincide con la cadena de síntesis que son resultado del desarrollo dialéctico. (Gramsci, 1986a, p. 146).
La catarsis es un momento central en la praxis de los subalternos, aquél en que se reestructura el bloque histórico por medio de la redefinición de la actividad de una nueva fuerza histórico política que enarbola un proyecto social alternativo.
Sin embargo, como advierte Gramsci, para ciertos intelectuales ese momento no es social político, sino un resultado personificado de su propia labor mediadora como sector social particular; estos intelectuales tienden a apreciar la catarsis como resultado de la dialéctica del pensamiento, sin conseguir observar que en realidad se trata de un movimiento orgánico de luchas sociales y políticas articuladas a las luchas de ideas y concepciones de los grandes grupos sociales en acción:
Se puede observar que semejante modo de concebir la dialéctica es propio de los intelectuales, los cuales se conciben a sí mismos como los árbitros y mediadores de las luchas políticas reales, aquellos que personifican la “catarsis” del momento económico al momento ético-político, o sea la síntesis del proceso dialéctico mismo, síntesis que ellos “manipulan” especulativamente en su cerebro dosificando los elementos “arbitrariamente” (o sea pasionalmente). (Gramsci, 1986a, p. 122).
Así, Gramsci, en una fuerte crítica a la parcializada noción de Benedetto Croce de una historia exclusivamente ético política, propone a la catarsis como una nueva categoría que da cuenta de cómo, a partir de una raíz estructural y de las condiciones reales y concretas de las clases, se produce el proceso social que lleva la lucha de las masas a asumir como propio el horizonte de otra hegemonía. Los grupos populares, desde su condición de sociedad civil concreta, enarbolan la crítica en el ámbito ideológico político del Estado, intervienen con nuevos elementos en la lucha de posiciones, participan con conciencia y organización en la modificación de las relaciones de fuerza y generan una sacudida en el Estado integral.
La sociedad civil
Quisiera referirme a la cuestión teórica de la sociedad civil y al problema del sujeto en las disputas ideológico políticas en la perspectiva de construcción de un bloque histórico distinto al actual. La cuestión tiene relación con la controversia en el ámbito ideológico político sobre la sociedad civil actual, dado que en general el concepto alude a la sociedad bajo el dominio y organización del capital, la propiedad y el dinero. La lucha social por la hegemonía civil, teorizada por Gramsci (1999) refiere a una caracterización de la sociedad civil como ámbito de relaciones sociales modernas (y de relaciones con resabios precapitalistas) que están bajo el dominio del capital y que son, ellas mismas, un espacio social que ha conquistado derechos, libertades y valores; a partir de esa situación se hace posible para los movimientos sociales realizar una disputa ideológico política de proyectos e influencias en la sociedad civil. La noción de catarsis ofrece la perspectiva de autorreconocimiento crítico de y entre los grupos populares de la sociedad civil, en tanto mayorías. La categoría aporta también un método político cultural para una elevación ético política de la actual resistencia, de la defensa de los derechos particulares y generales, de la organización autónoma del movimiento popular y de la exigencia politizada del conjunto de la sociedad de que el Estado se constituya en una expresión pública de las iniciativas de la sociedad y en sus órganos se apliquen políticas alternativas.
La lucha por la hegemonía conlleva una propuesta de transformación radical de las formas socioculturales y políticas de la misma sociedad civil. Interesa que se constituya una sociedad diferente, distinta de lo que hoy en general se reconoce como tal en América Latina: una amalgama de grupos y relaciones sociales e ideológicas de la modernidad articuladas por intereses empresariales y asociaciones conservadoras de diversas minorías. Las agrupaciones y organizaciones populares progresistas que luchan por derechos, por valores y por reformas puntuales no harían parte de la sociedad civil en esa estrecha concepción. La noción de sociedad civil y la propuesta de su reforma nos plantea, en cambio, el reto de una creación cultural de elevación de la conciencia colectiva.
Si bien es cierto que la sociedad civil se constituye a partir de la existencia de relaciones de interdependencia entre los individuos modernos que se interrelacionan en el mercado, su existencia expresa la dependencia universal del trabajo y las necesidades de todos, patrimonio común fundamental que obviamente se contrapone al dominio unilateral del dinero, la propiedad y el capital. Pero esas relaciones sociales civiles basadas en los derechos y libertades de la modernidad están articuladas también por lo comunitario: son una expresión opuesta, contradictoria e incompleta del patrimonio común. La transformación de las relaciones sociales contemporáneas en relaciones de comunidad y cooperación social conlleva una reforma apremiante del Estado y la sociedad civil para crear un nuevo bloque histórico que abarque la disputa crítica por un nuevo proyecto social y político nacional; una influencia decisiva de la propia sociedad en lo colectivo solidario y popular, que la libere de las ataduras del capitalismo y el Estado actuales y de la influencia de las concepciones y presiones de las organizaciones e intelectuales comprometidos con la acumulación de capital.
La unidad/distinción de historia y teoría
Consideremos ahora la relación entre el concepto de catarsis con la situación presente y con la historia. Esta problemática alude a la unidad de pensamiento y realidad, y a la relación de identidad/distinción entre teoría e historia: cuestión central de la reflexión de pensadores como Marx, Croce y Gramsci.
Marx, por ejemplo, escribió, en la Introducción a la Crítica de la Filosofía del Estado de Hegel:
En cualquier pueblo, la teoría se realiza sólo en la medida en que supone la realización de sus necesidades. Ahora bien … ¿Serán las necesidades teóricas necesidades directamente prácticas? No basta con que el pensamiento acucie hacia su realización; es necesario que la misma realidad acucie hacia el pensamiento. (Marx, 1844/1970, p. 111).
En la discusión sobre la catarsis histórica, interesa la apreciación anterior de Marx porque evidentemente él alude a la unidad entre historia y pensamiento. Esta unidad se relaciona con la noción de catarsis no porque ella sea una apreciación de teoría política aplicable a cualquier situación, sino porque en muchos aspectos se vincula con la situación actual. Es útil en los intentos de construir una unidad política de la izquierda o de los sectores progresistas que dicha unidad sea la expresión de un proceso de construcción colectiva de una fuerza política, de un intelectual colectivo popular surgido de las luchas populares de abajo y elevado a un proyecto común por la catarsis, y no la recurrente y agotada propuesta exclusivista de un programa y una opción de lucha por parte de un partido o una fuerza desde arriba.
Gramsci, teórico de la filosofía de la praxis, fue pensador histórico-político y no un autor conceptualista. La noción de catarsis podría ser interesante en general para la teoría política de toda una época pero es en las actuales condiciones de América Latina que adquiere su sentido histórico político. La caracterización abre una luz acerca de las dificultades de los grupos populares en resistencia frente a la crisis de autoridad que se vive bajo el dominio neoliberal y sobre los efectos de la revolución pasiva de la globalización.
En los diversos países de América Latina prevalece una crisis de la legitimidad de los Estados por el deterioro de los sistemas políticos elitistas, por las consecuencias del patrón de acumulación neoexportador y el libre desarrollo neoliberal de la economía capitalista salvaje, en beneficio de la transnacionalización y la globalización. La crisis tiene también como trasfondo la desigualdad social aguda, la precarización del empleo asalariado, la desarticulación y manipulación de la actividad ideológico política de la sociedad civil. Todo ello en un contexto en que lo que comúnmente se considera como Estado se encuentra disminuido notablemente por la crisis de autoridad de los poderes parlamentarios, la corrupción de los políticos y el sistema público, la politización del poder judicial, el autoritarismo del poder ejecutivo, el fin del mercado interno, el dominio de la globalización excluyente y el avance en la afirmación de los Estados de excepción por la vía de la militarización de la seguridad pública y su adecuación a las nociones continentales de seguridad de los Estados Unidos, antes y después del gobierno de Trump.
Movimientos sociales y políticos
La situación de explotación global y de reducción continua y creciente de derechos, el capitalismo criminal, la violencia militarista de Estado, el dominio del crimen organizado, la opresión política, la desorganización intencionada de los trabajadores y la manipulación electoral han generado, en los primeros quince años del siglo xxi, la resistencia constante en diversos movimientos sociales en los que participan millones de trabajadores precarizados, informales y desempleados. Ello genera la espontaneidad de la resistencia y del buen sentido en la sociedad civil. Pero se produce en condiciones de desunión, localismo y subalternidad y se enfrenta ante los múltiples e históricos mecanismos de sometimiento, cooptación y manipulación del Estado. Por ello las luchas sociales espontáneas están requiriendo de articulación entre sí y con elementos intelectuales, fuerzas con sentido y proyecto político crítico, que lleven a la constitución de un nuevo intelectual colectivo; que signifiquen la dinamización de procesos de dirección consciente alternativa.
En condiciones similares Gramsci planteó respecto de su país lo siguiente:
Existe pues una “multiplicidad” de elementos de “dirección consciente” en estos movimientos, pero ninguno de ellos es predominante, o sobrepasa el nivel de la “ciencia popular” de un determinado estrato social, del “sentido común”, o sea de la concepción del mundo [tradicional] de aquel determinado estrato. (Gramsci, 1981b, p. 52).
Al hacer una revisión de su experiencia en los consejos de Fábrica de Turín (1919-1921), Gramsci comenta sobre la importancia de la actividad educativa en los esfuerzos de articular la actividad de resistencia espontánea con una dirección consciente al interior de esos movimientos:
Este elemento de “espontaneidad” no fue olvidado y mucho menos despreciado: fue educado, fue orientado, fue purificado de todo aquello que siendo extraño podía contaminarlo, para hacerlo homogéneo, pero en forma viva, históricamente eficaz, con la teoría moderna. Se hablaba entre los mismos dirigentes de la “espontaneidad” del movimiento; era justo que se hablase de ella: esta afirmación era un estimulante, un energético, un elemento de unificación en profundidad, era más que nada la negación de que se tratase de algo arbitrario, aventurero, artificial [y no históricamente necesario]. Daba a la masa una conciencia “teorética”, de creadora de valores históricos e institucionales, de fundadora de Estados. Esta unidad de la “espontaneidad” y de la “dirección consciente”, o sea de la “disciplina”, es precisamente la acción política real de las clases subalternas, en cuanto política de masa y no simple aventura de grupos que pretenden representar a la masa. (Gramsci, 1981b, p. 53).
La problemática de la catarsis en la actual crisis política latinoamericana
Explotados globales
Desde hace cinco décadas asistimos al declive del trabajo tradicional fabril vinculado a la producción para el mercado interno nacional. La globalización ha creado la universalización de los explotados globales bajo el dominio del capitalismo corporativo mundial. Lo que se ha generado es una ampliación notoria del trabajo asalariado explotado y precarizado; y ello ha generado la categoría de los explotados globales, en que la condición de los trabajadores de cada país se igualan con la de todo el mundo en un proceso de “masificación de los explotados” (González Casanova, 2009).
El arcoiris
La conformación arcoiris de los movimientos sociales latinoamericanos tiene relación con las comunidades originarias explotadas y los y las jóvenes trabajadores asalariados. Los explotados globales urbanos han adoptado una gran diversidad de identidades y formas ideológicas culturales, muchas de las cuales carecen de un hilo político crítico general, entre otras razones por la influencia de la ideología del capitalismo moderno y el descrédito y la bancarrota de los proyectos generales de cambio social, como los del comunismo estatista del siglo xx. Su organización y acción se presenta como un ramillete rizomático de diversidades: un arcoiris de agrupaciones y movimientos locales que enarbolan luchas agrarias y urbanas con demandas ambientales, judiciales, étnicas, territoriales, lingüísticas, contra la discriminación de género, etarias, por la afirmación de derechos de barrios y colonias populares, de exigencia de respeto a las múltiples preferencias sexuales, de lucha por afirmar núcleos de cultura popular de zonas marginadas, etc. (Svampa, 2000).
El constatar su diversidad no debía significar, sin embargo, oscurecer el carácter común de todas esos movimientos y luchas: expresan la resistencia de trabajadores formales e informales a las políticas favorables al dominio del capital global corporativo, a la exclusión social, política o cultural, a la discriminación, marginalización y a la criminalización.
Estado integral
Ya es clásico sostener a partir de Gramsci (1999) que, para disputar el poder, hay que tener poder. Tal planteamiento normalmente ha llevado a entender la estrategia de los movimientos sociales a partir de la lucha de posiciones para una conquista creciente de la dirección en las instituciones y proyectos de la sociedad política. Pero la gran aportación de Gramsci es que ello no basta: que la lucha social y política de fondo es también por la hegemonía civil, es decir, los movimientos deben cuestionar las posiciones ideológicas y políticas de los grupos sociales dominantes en las organizaciones y acciones de la propia sociedad, dado que es en la vida cotidiana donde se anida el poder ideológico de las clases políticas. Se trata de la disputa por la dirección intelectual y moral en la sociedad civil. Los movimientos se despliegan ética y políticamente en tanto inciden en la modificación de las concepciones dominantes que se anidan en el sentido común y que reflejan la fuerza de las hegemonías históricas de las clases dominantes. Al respecto, Gramsci propone incidir críticamente en los proyectos, en las instituciones y en las organizaciones de la propia sociedad civil.
La disputa actual de proyectos político culturales (Dagnino, 2006) se ubica en la lucha popular por desarrollar una autonomía integral (económica, ético política, ideológica, cultural): esa lucha está siendo apremiante —sobre todo en los movimientos sociales— para la creación de una conciencia colectiva que reconozca y critique la subalternidad de los explotados, que haga surgir otras concepciones y propuestas contrapuestas a la perspectiva ideológica promovida por los Estados capitalistas, por sus intelectuales, por el capital y por sus ideólogos. Las resistencias y las reivindicaciones locales y las nuevas identidades socioculturales de los distintos movimientos populares encuentran una opción de elevación política y teórica en la catarsis histórica. Categoría y momento en que en la diversidad de movimientos de los países latinoamericanos se puede plantear una perspectiva de pensamiento crítico teórico popular en disputa con el pensamiento y las propuestas de las élites capitalistas transnacionalizadas.
Como ejemplo podemos aludir a un fenómeno como el de la crisis migratoria latinoamericana que se ha puesto como eje del conflicto del gobierno actual de Estados Unidos con México y Centroamérica. Las élites dominantes en México consideran que ante las políticas del nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hay que defender a los migrantes mexicanos y centroamericanos, sin embargo desligan dicho alegato del proceso de transnacionalización con integración y subordinación de la economía mesoamericana al capitalismo imperial estadounidense, que siguen impulsando y que en los últimos treinta años generó la emigración masiva de desempleados y pobres extremos, al servicio de los intereses y la política del capitalismo transnacional estadounidense; es decir, la casta dominante en México considera la necesidad de proteger el empleo de migrantes en Estados Unidos (y el ingreso de remesas) sin crítica respecto de lo que ha sido su proyecto económico de desnacionalización y abandono productivo (sobre todo en el campo). Con ello las élites dominantes ocultan el fracaso de la inserción de México en una globalización excluyente y desigual.
Sin duda hay que defender los derechos de los migrantes y sus remesas, pero también es necesario considerar los resultados de la integración subordinada del capitalismo mexicano al de los Estados Unidos, cuestionar la situación dependiente de México y optar por una relación de autonomía vinculada a la integración latinoamericana y a una economía social y pública capaz de crear una capacidad productiva regional propia, con elevación de la condición económica y de la participación política de los explotados globales, que dé lugar a un poder autónomo de éstos en la sociedad civil y en el Estado.
La problemática de la catarsis histórica en América Latina
En torno a las luchas por la emancipación social y la disputa por el Estado y la democracia latinoamericana, la categoría de catarsis señalada por Gramsci tiene mucho que aportar a los sectores populares en su lucha contemporánea. Ello porque la misma refiere a un momento clave en la acción conjunta de “los de abajo” para coordinarse, agruparse en un frente amplio (horizontal y vertical, popular y articulador de los intelectuales críticos) y recrear las condiciones y elementos para disputar el Estado político y la sociedad civil. También porque constituye un elemento esencial en el programa de reorganización social de la vida de las multitudes, en la medida en que conlleva varios aspectos necesarios para elevar la lucha social a un plano ético político. Es la génesis de una unidad política superior, surgida de una elevación ideológica articulada con una confrontación emocional, racional e histórica entre sujetos con iguales derechos y una confluencia política de los diversos grupos y sectores sociales populares, a través del debate teórico de lo concreto y de la acción política, en su calidad de movimientos sociales y grupos locales diversos de la sociedad civil.
La catarsis se consigue y se pierde continuamente en la historia de las sociedades nacionales. Para la catarsis es necesario un intercambio de experiencias e ideologías entre los grupos sociales populares (incluyendo a las masas de dirigentes, sus intelectuales y políticos), de tal manera de superar mutuamente sus concepciones iniciales y locales y propiciar la generación, colectiva, de un proyecto político ideológico común que conlleve e impulse una propuesta emancipadora de transformación global de dimensión estatal nacional, capaz de resistir el embate de las potencias globalizadoras excluyentes y romper la cadena por el eslabón más débil.
La catarsis fija el momento y el proceso en que también se puede gestar la unidad política de corrientes sociales distintas pero afines en sus objetivos críticos del Estado, de las relaciones capitalistas dominantes, y en su horizonte democratizador, por medio de una confluencia democrática amplia, que permita la unidad y la diversidad y la elevación de la lucha común de sectores de la sociedad civil en una propuesta de creación nacional y plurinacional de un nuevo bloque histórico. Es un método para buscar una real identidad ético política nacional y social de la lucha popular.
En América Latina se aprecia la falta de comprensión de la importancia de la categoría y de un proceso de catarsis en la lucha histórico política de los sectores progresistas y de izquierda (Oliver, 2016a). El resultado ha sido que en la estrategia política de las diversas corrientes políticas algunas veces se genere la catarsis y después predomine la búsqueda de imponer un programa, de ser únicos en la disputa por la representación de la sociedad, a partir de proponer su proyecto como el único verdadero y exclusivo sin contar con la participación de la diversidad de la sociedad en su diseño y aprobación. Ese afán de predominio se observa en la experiencia de los gobiernos progresistas del siglo actual a través del culto a los líderes iluminados y carismáticos (fenómeno del cesarismo progresivo) y la falta de la construcción de la unidad de la diversidad, lo que ha sido un obstáculo para la articulación de movimientos políticos con movimientos sociales y en la constitución de un frente amplio político social para cambiar el régimen, ocupar y disputar el Estado, a partir de proponer su transformación y subordinación a la sociedad (Martins, 2016).
Ante la experiencia de la afirmación de los gobiernos neoliberales y el reciente vuelco a la derecha en la vida político-estatal integral de los países de América Latina (en la sociedad política y en la sociedad civil) es urgente profundizar la comprensión de la catarsis como elemento central en la lucha por una nueva hegemonía; recuperar su utilidad para hacer avanzar el proceso progresista y de izquierda en la realidad actual de los países latinoamericanos.
México
En el México actual la noción de catarsis es especialmente importante y urgente debido a que sigue en pie el sistema autoritario de Estado, hoy bajo la persistencia del dominio conjunto de los partidos del orden neoliberal excluyente en que se agrupan las corrientes de derecha que dirigen el país. Con la crisis política que han generado y la putrefacción de muchas de las instituciones, se ha hecho urgente enfrentar la continuidad y reproducción de dicho sistema autoritario que sirve de cobertura para la acumulación desaforada de capital por los grandes negocios legales e ilegales que caracterizan las relaciones económicas y políticas del Estado, con una corrupción perpetrada no sólo por la casta que lo administra, sino también por el capital transnacional (financiero y de despojo de recursos naturales y de mano de obra superexplotada e informalizada), por las empresas multinacionales del narcotráfico y el crimen organizado, que han pervertido las instituciones en los tres niveles de gobierno.1
La catarsis es ante todo una propuesta de confluencia política, ideológica y teórica de fuerzas populares democráticas y anticapitalistas en el camino por superar la subalternidad, y enfrentar y derrotar el régimen autoritario e instalar en el país un régimen democrático real:
El partido republicano en un régimen monárquico y el partido nacionalista en un régimen de sojuzgamiento nacional, no puede dejar de ser un partido sui géneris: debe ser, si quiere obtener un éxito relativamente rápido, la central de una federación de partidos, más que un partido caracterizado en todos los puntos particulares de su programa de gobierno. El partido de un sistema general de gobierno y no de un gobierno particular. (Gramsci, 1981a, p. 81).
La sociedad civil mexicana
Un ejemplo extremo de una sociedad civil dominada por el capital, por el autoritarismo de los grupos sociales y el Estado, deformada y enajenada por la ideología capitalista, se presentó en México el 23 de octubre de 2017 cuando las organizaciones de la burguesía industrial mexicana —los “patronos-empresarios” de la Confederación Patronal de México— se plantaron en un sitio histórico de la ciudad de México —el Monumento a la Revolución— para solicitar, ellos, los empresarios, un aumento de salario mínimo para los trabajadores (El Universal, 2017), ante un Estado que ha hecho de la precarización del salario la mejor oferta para satisfacer al gran capital transnacional financiero, automotriz, extractivo, turístico y maquilador. Eso muestra las distintas posiciones de las fracciones capitalistas en el Estado capitalista transnacionalizado mexicano: los empresarios que tienen un proyecto económico corporativo atenuadamente distinto y los políticos que buscan viabilizar la acumulación transnacional a partir de la sobreexplotación de los trabajadores. En la sociedad civil mexicana los trabajadores han perdido su identidad económico corporativa y carecen de planteamientos ideológico políticos propios: ya ni siquiera sus sindicatos luchan por el aumento de salarios mínimos, ante décadas de control y prohibicionismo estatal.
Apreciaciones conclusivas: la catarsis histórica como categoría concreta actual
Como hemos mostrado, la categoría de catarsis histórica es central para fijar el momento de autonomía integral de los movimientos sociales populares, para su lucha por la elevación político ideológico y su comprensión del proceso que les permita superar el nivel local y económico corporativo de las luchas sociales; es una noción que cuestiona la conformidad social con la sociedad civil tal cual existe. A través de la categoría señalada, los movimientos sociales y políticos populares se enfrentan ante la problemática de construir una propuesta ético política alternativa en la lucha de los explotados globales. Ello, en el mundo latinoamericano actual, conlleva el logro de una reforma de la sociedad civil que signifique una mutación cultural política pero también, una fuerte reforma intelectual y moral dentro del campo popular y en toda la sociedad (Gramsci, 1986b, pp. 13-18); conlleva una transformación profunda de las relaciones socioculturales de una nueva sociedad civil a partir de un movimiento cultural filosófico del arcoiris de los movimientos sociales, mismos que hacen parte del campo teórico, político e ideológico de la sociedad civil:
Es filosofía la concepción del mundo que representa la vida intelectual y moral (catarsis de una determinada vida práctica) de un grupo social entero concebido en movimiento y visto por lo tanto no sólo en sus intereses actuales e inmediatos, sino también en aquellos futuros y mediatos; es ideología cada concepción particular de los grupos internos de la clase que se proponen ayudar a la resolución de problemas inmediatos y circunscritos. (Gramsci, 1986a, pp. 132-134).
Este ensayo ha sido pensado para discutir la vigencia teórica en América Latina de un concepto fundamental de Gramsci en su sociología política innovadora y creativa; para argumentar que es la realidad de las luchas sociales y políticas latinoamericanas la que plantea la exigencia hoy día de un concepto como el de catarsis histórica que llena un vacío en las luchas sociales populares latinoamericanas, establece un camino para superar la subalternidad histórica y propone la dirección consciente de sus luchas en el nivel ético político, único plano en que se puede desafiar y disputar la hegemonía capitalista existente.
Referencias bibliográficas
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Svampa, M. (Ed.). (2000). Desde abajo. La transformación de las identidades sociales. Buenos Aires, Argentina: Biblos.
Notas Notes
1 Se puede consultar la investigación colectiva sobre las transformaciones de los Estados en México y América Latina en el libro de reciente aparición: Oliver, 2016b.